A las 6:45 de la mañana en el muelle de Puerto Baquerizo Moreno de San Cristóbal, me revisaron junto a los demás pasajeros, la mochila antes de embarcar, para asegurar que nadie llevase a bordo, semillas, animales, etc, que pusiesen perjudicar el entorno biológico de Las Galápagos.
La anécdota fue que en ese momento me dí cuenta de que me llevaba en el bolsillo la llave de mi habitación del hotel Algarrobo. Como no me daba tiempo de volver hasta el hotel hablé con señora que llevaba el recuento de los pasajeros a la puerta del embarcadero y ella se ofreció para devolverla muy amablemente.
Pasada las 7:00 de la mañana partimos una veintena de pasajeros y yo a bordo del mismo tipo de embarcación en la que se hace los tours turísticos, es decir, un barco no mucho más grande que un yate mediano.
Como me había entretenido antes de subir al barco por el asunto de la llave del hotel, el resto de los ocupantes se habían agenciado los mejores sitios y a mí me había tocado un lugar al fondo del barco, en una esquina nada ventilada.
Nada más salir a aguas abiertas, en las primeras olas, me llevé un par de golpetazos en la cabeza contra las paredes de fibra del bote, presagio de la mala travesía que iba a pasar.
Por primera vez en mi vida estuve a punto de vomitar en un barco debido por un lado al bravo mar y por otro la dichosa ubicación que me tocó, pero hay que reconocer que tampoco me ayudó el que me hubiese puesto a desayunar como una bestia y a toda prisa en el picón que deja preparado el hotel a los huéspedes que abandonan su estancia antes del horario de apertura del restaurante.
Unas dos horas y poco más tarde, arribé a la isla de Santa Cruz.
Para alcanzar el embarcadero hay que dejar el barco y pasarte a un pequeño water-taxi que cobra 0.50 USD por pasajero.
Detalle de la Avenida Baltra. |
Para alcanzar el embarcadero hay que dejar el barco y pasarte a un pequeño water-taxi que cobra 0.50 USD por pasajero.
Salí caminado y tomé la calle principal, la avenida Baltra, que asciende por esta población enimentemente turística, hasta que llegué al mercado principal, y encontré el Hotel Brisas del Mar, donde sus empleados me dejaron tomar posesión desde esa hora, aproximadamente las 10:00 de la mañana, de una habitación bastante acogedora por un módico precio.
Después del ratito que me llevó soltar las cosas y asearme un poco, me salí a la calle para reconocer el nuevo sitio en el que me encontraba, con ánimo de localizar y entrar a preguntar en las agencias turísticas y decidir qué podría hacer y explorar los días venideros.
Junto al muelle hay un banco en el que se puede sacar dinero en efectivo ya que las agencias más modestas prefieren que les pagues así.
Hay muchas y variadas opciones para comer en Puerto Ayora, que es sin duda la población más desarrollada de las islas Galápagos, ese primer día almorcé en el restaurante El Faro un menú de 5$ a base de un primero de sopa de lentejas y de segundo un ceviche de pescado.
Para el resto de aquel día, ya en plan relajado, por la tarde me fui a visitar Las Grietas, de las que hablaré un poquito en la siguiente entrada, y al retornar, a última hora descubrí la agencia de Paddy, un tío que me cayó realmente bien por la honestidad con la que me resultó que me hablaba, así que con él pacté todas las excursiones que hice desde esa isla.
Hay que tener en cuenta, que para alguien que visita las islas Galápagos a su aire, tal y como yo lo hice, sin contratar esos carísimos cruceros que te pueden llevar a las islas más lejanas, la isla de Santa Cruz es la que más opciones ofrece al estar estratégicamente ubicada en el mismísimo centro del arhipiélago.
En los días sucesivos, al regresar de los tours diarios que realicé, aunque siempre volví cansado, me esforcé en visitar alguno de los rincones de interés que atesora Puerto Ayora.
Junto al Hotel Brisas del Mar, está el mercado principal, un lugar que me vino de maravilla para desayunar antes de salir a las excursiones.
Junto al Hotel Brisas del Mar, está el mercado principal, un lugar que me vino de maravilla para desayunar antes de salir a las excursiones.
Además este mercado es realmente interesante al atardecer, pues en él se montan unos chiringuitos de comida, en los que degusté numerosos platos típicos, desde empanadas de carne de vaca, de pollo o de queso, y hasta un día cené un plato a base de pata de cerdo asada sabrosísimo.
Sin duda el rincón más famoso y más cosmopolita es la "calle de los Quioscos".
La calle de los Quioscos e un callejón en el que numerosos ventorrillos de chapa, al anochecer ofrecen comidas a base de productos frescos del mar, pescados, mariscos, etc, que hacen las delicias gastronómicas de la multitud que lo frecuentan tanto locales como foráneos.
La calle de los Quioscos es uno de los sitios del mundo imprescindibles para los viajeros en el que reconozco haber cenado en más de una ocasión langosta a un precio realmente ridículo.
Lonja de pescado, Avenida Charles Darwin. |
Los barcos de pesca descargan aquí su mercancía, y mientras los pescadores limpian sus capturas, reparten sobras y desperdicios amistosamente con los lobos marinos, fragatas, pelícanos y demás habitantes animales de las Galápagos, que se arremolinan de manera escandalosa junto a ellos, mientras los turistas de todo el mundo, con la boca abierta ante este espectáculo, sacan sus cámaras de fotografía y vídeo para no perder detalle ante tan insólita estampa.
El otro sitio de interés del Puerto Ayora es la estación científica de Darwin, que no pude visitar sino fugazmente, a punto de la hora del cierre, después de una de las excursiones a las islas cercanas que hice aquellos días.
La estación científica hace un recorrido a pie entre las octopuntias endémicas, al que han llamando "La Ruta de la Tortuga", en el que viven en condiciones de semilibertad varios espécimenes de tortuga gigante de la isla, y en el se han colocado muchos e interesantes carteles explicativos.
En resumen, Puerto Ayora, a pesar del boom turístico que le ha transformado, aún conserva parte de su antiguo atractivo y es una población realmente encantadora.
Allí pasé unos días como en casa y fue el punto más intenso desde donde partí a conocer la mayoría de las islas que visité en Galápagos y en la propia isla, cosa de la que hablaremos en las siguientes entradas.
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